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‘The artist’: no dejemos de hablar de ella, porque ella no habla

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Ya hemos hablado de ‘The artist’ en Vanity Fair, pero poco. Y hay que hablar de ella más, porque es una maravilla, una obra de arte, una película para todos los públicos, y como dicen mis queridos Joaquín Reyes, Julián López, Ernesto Sevilla y cía, eso “hay que decirlo más”.

theartist The artist: no dejemos de hablar de ella, porque ella no habla

Porque estoy oyendo, y en algunas voces que respeto, que ‘The artist’ es para culturetas, gafapastas o minorías. Que eso de que sea en blanco y negro, muda y en formato 4:3 (o sea, no una imagen panorámico, sino esa cuadradota de las teles de toda la vida) es una pose, y que si no estuviera rodada así, no llamaría la atención.

DE VERDAD QUE ESTO NO ES ASÍ.

Decir que el principal valor de ‘The artist’ es ser muda y en b/n es como decir que ‘Moulin Rouge’ es buena porque es musical o que ‘El señor de los anillos’ es espectacular porque tiene efectos especiales. Pues claro que sí, ¿y qué? ‘The artist’ cuenta la historia de un actor del cine mudo que se ve eclipsado por la aparición del sonoro, y la cuenta bajo el punto de vista de ese artista que entiende la vida y el arte sin sonidos ni colores. Y si esa película fuera en color y sonora, pues no sería lo mismo. Rodarla muda no es una pose, es una opción, y además es una opción arriesgada y una opción maravillosa.

the artist The artist: no dejemos de hablar de ella, porque ella no habla

El momento clave de "The artist".

Y entre otras cosas, la grandeza de ‘The artist’ radica en que olvidas que es muda. O mejor dicho, en que ese detalle deja de ser relevante. La historia es maravillosa, bonita, triste, dura, a veces divertida… El director, ese hombre con nombre de jugador de baloncesto lituano (Michel Hazanavicius), entra en estado de gracia y dirige a actores del siglo XXI con el estilo, los ademanes y los gestos con los que se actuaba a principios del XX. La sonrisa de Jean Dujardin es arrolladora, simpática, amable, expresiva, clásica, intemporal (¿de verdad que ese señor no nació en 1890?). La música de fondo es una actriz más: te lleva, te acompaña, te subraya, te hace olvidar que no hay palabras. El perrete que acompaña al protagonista es un actor como la copa de un pino, no veía un animal actuando así desde el ‘Eddie’ de Frasier, que es de la misma raza, por cierto (y aquí procede enviar un saludo al más allá de los animales a Chita, que moría el sábado a los 80 años). De verdad, no se me ocurre ningún “pero” para esta película.

Por suerte, ‘The artist’ está calando hondo. No olvidemos que está arrasando en los certámenes previos a los Oscar y que ha sido ya la mejor película para los críticos de Boston, Nueva York y Washington. “Ah, críticos”, diréis. “Pues eso, unos gafapastas”. Pues no os lo creáis, primero porque conozco críticos o pseudocríticos más gañanes que un jabalí con dos rayas de coca (ojo, que yo no me considero crítico y mucho menos jabalí). Y segundo porque, por ejemplo, en el Festival de San Sebastián ganó el premio del público. O sea, el de la gente que paga una entrada para ver las películas y luego vota.

El otro día, en el cine, la sala aplaudió espontáneamente cuando terminó la película. Hacía mucho que no veía eso, de hecho sólo lo veo en los estrenos en los que los directores y actores están de cuerpo presente y cuando un piloto aterriza un avión bien (cuando lo aterriza mal la gente no está ni para abucheos). Ese aplauso querrá decir algo.

Que no os venza la pereza. No vais a ver un experimento, o una excentricidad. Vais a ver la película del año, una de las películas que hacen que ames el cine, una película maravillosa.


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